martes, 23 de abril de 2013

CUENTOS DEL TIBET EL PODER DE LA OBSERVACIÓN


Todos los grandes maestros insisten en la necesidad de observar con atención y utilizar el entendimiento correcto. Pero hay que aplicarse a ello.
El maestro tenía dos discípulos. Estos iban a viajar a su pueblo para visitar a sus parientes y luego, de nuevo, volver junto al maestro. Partieron al despuntar el día. De repente, se encontraron en el camino con las huellas de un elefante y uno de los discípulos dijo:
-  Esta es la huella, amigo, de un elefante hembra, que está embarazada. Tendrá un elefante hembra. ¡Ah!, este animal es tuerto y, ¡qué curioso!, una mujer encinta de una niña cabalga sobre sus lomos.
-  Pero ¿cómo puedes saber todo ello? -preguntó asombrado e incrédulo el compañero.
-  Por simple observación y deducción.
-  No te creo.
-  Corramos tras ellos y comprobémoslo, ¿te parece?
Los dos discípulos se pusieron a correr y pudieron alcanzar al elefante, que sobre sus lomos llevaba una mujer. Comprobaron que todos los datos a los que había hecho referencia uno de los discípulos eran exactos. El amigo se lamentó de este modo:
-  No puedo creerlo. Me siento abochornado. Yo también he estudiado con el mismo mentor y no he deducido ninguno de los datos que tú captaste.
Después de visitar a sus familias, los jóvenes regresaron junto al maestro. Le contaron lo sucedido. El maestro preguntó al discípulo que había deducido los datos ciertos sobre la mujer y el elefante cómo lo había hecho. Repuso:
-  Querido maestro, no he hecho otra cosa que lo que tú me has enseñado. Eso ha sido todo. He observado muy atentamente y he aplicado el entendimiento correcto.
Al observar el lugar donde el elefante había orinado, supe que se trataba de una hembra. Contemplando las hierbas de la parte derecha del camino y comprobando que habían sido aplastadas, deduje que el animal estaba tuerto del ojo derecho. Después me di cuenta de que el elefante se había detenido y que había orina en el camino de otra persona y deduje que era de una mujer que montaba al elefante y había bajado del mismo a hacer sus necesidades. Comprobé que el pie derecho de la mujer se afincaba sobre la tierra con mayor fuerza y me permitió deducir que estaba encinta de una niña. O sea, venerable maestro, he aplicado el arte de la observación.

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